Nuestro ángel: María Jesús
14/05/2021
El 15 de marzo fuimos a verla y la tenían en la UCI debido a una infección por bacteria.
La vimos ahí en la sala, sentada y conectada a varias máquinas, pero no estaba aislada
y era consciente de todos y hablamos un buen rato. Ella nos decía que no se sentía
muy bien, que creía que de esta no salía. Presentía que ya era la última vez. Nosotros intentamos animarla y llevarle el mensaje de Jesús, la esperanza y la confianza del Señor.
En la semana del 20 al 26 de marzo, todavía en la UCI, la tuvieron que aislar y sedar.
Había empeorado, la bacteria se resistía y su infección no remitía.
Domingo 16 abril. Cuando fuimos a ver a María Jesús, ya nos había dicho Verónica que
su madre había empeorado y que estaba muy mal. Los riñones se le habían parado y la
bacteria se le había desplazado a los pulmones. La familia estaba muy mal y destrozada
por ver como empeoraba su madre, sin entender el por qué, pues la operación había
salido muy bien. Cuando íbamos, tanto Jesús, como yo, a verla siempre intentábamos
darle ánimo y esperanza a la familia ya que el Señor sabía lo que hacía y por qué. Le
transmitíamos la importancia de la fe y la experiencia que teníamos nosotros con la
Palabra de Dios en la enfermedad y situaciones que se nos va presentando en nuestro
caminar en la vida.
Volvemos a verla el 17 de abril y ese día estaba en la liturgia el Salmo 16. Ya en esta
fecha empezamos a conectar y transmitir el mensaje de la Palabra de Dios a sus hijos
Fran, Verónica y a su esposo Elías. A partir de este momento empezamos a acompañar
a la familia porque ya María Jesús se encontraba aislada y solo se permitía visitarla en
turnos de 1 persona y solo durante media hora. Me dieron la oportunidad de entrar a
verla, y así hice. Me tuve que forrar con bata y sombrero para no contaminarla más.
Durante el día no la sedaban y así pude hablar con ella, tenía sus ojos cerrados pero
me escuchaba, le cogí la mano y le hablé al oído. Le pregunté si me reconocía, que era
Gloria y ella asintió con la cabeza, apretando mi mano. Durante el poco tiempo que
estuve pude recitar algunos versículos del salmo 16 (“El Señor es mi cobijo es parte de
mi herencia”).
El 26 de abril le tuvieron que hacer a María Jesús una traqueotomía, cada vez iba a
peor y ya empezaron a sedarla durante el día.
Nuestro Ángel: María Jesús
María Jesús llegó a Tenerife el 28 de febrero del
2017 para ingresar en la clínica hospiten rambla y
operarse por segunda vez del corazón, en
principio iba a ser un cambio de válvulas. Ingresó
ese mismo día.
El día 3 de marzo la operan y todo salió muy
bien.
El 28 de abril (viernes) tuvimos un encuentro comunitario en San Miguel de Abona el
sur de Tenerife, con el grupo de Coloma. De la Comunidad de La Palabra vinieron
Francisco, Teresita y Elena. En el encuentro se compartieron muchas experiencias
vividas de fe, y entre ellas se compartió la situación que estaba viviendo María Jesús y
su familia. Se pidió por ella en la eucaristía del sábado. El domingo 30 de abril terminó
el encuentro y al regresar a Santa Cruz, Francisco, Elena y Teresita aprovecharon para
visitar a María Jesús.
El 9 de mayo le quitaron a María Jesús la diálisis de 72 horas, que le habían puesto,
porque había mejorado. Para la familia fue una alegría porque se veía un rayito de luz
en ese túnel por el que estaban pasando. Verónica, Fran y su padre siempre
acompañaron a María Jesús. Sus hermanos debido a sus diferentes trabajos, se
alternaban para poder pasar el mayor tiempo posible acompañando a su hermana y
padres. Nosotros íbamos dos o tres veces a la semana para estar junto a ellos. Ya por
último no nos dejaban entrar porque había vuelto a empeorar a pasos agigantados. Su
mejoría había sido muy leve y nos hizo recordar la frase que nos dijo a poco de
operarse, que ya no salía de allí, que no lo iba a superar. En esta fase de María Jesús
que ya la sedación era bastante alta, en uno de los encuentros que tuvimos con la
familia, nos invitaron, junto con el sacerdote, a orar con el salmo 23 (“El Señor es mi
Pastor”), que según Verónica era uno de sus salmos preferidos.
Aprovechamos esos ratitos con ellos para ir compartiendo experiencias que hemos
vivido en la comunidad de las que su madre había sido testigo. Poco a poco le fui
contando a Verónica parte de mi experiencia (la “CASUALIDAD” es que conocía a mi
familia biológica). Estas conversaciones que mantuvimos durante tanto tiempo hizo
que conectáramos más, ella acogía las experiencias con alegría y sorpresa,
entendiendo de lo que le hablaba. Además, María Jesús había compartido con su hija
sus experiencias vividas en la comunidad.
El 13 de mayo fuimos a verla por la mañana encontrándonos con la mala noticia de
que ya no se podía hacer nada, que era cuestión de horas, según le habían comunicado
los médicos. Estuvimos un rato acompañando a la familia. Era un sábado, y como todos
los sábados, tuvimos por la noche la celebración, en la cual pusimos la situación de
María Jesús en la mesa del Señor, pidiendo que se hiciera su Voluntad y que acogiera
su sufrimiento. También pedimos por la familia para que les diera serenidad y fuerzas
para sobrellevar esa situación tan dura. Nos llevamos una sorpresa porque la liturgia
del domingo (que se lee en todas las iglesias desde el sábado por la tarde) acogía a
María Jesús. El Señor le tenía su lugar preparado para recibirla en la casa del Padre, tal
y como recoge el evangelio de Juan 14,1-12 (“No se turben; crean en Dios y también en
mi. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así no les habría dicho
que voy a prepararles un lugar”) y con el salmo 33 (“La Providencia de Dios cuida el
mundo”) El Señor es misericordioso con todos nosotros. Ahora pienso: ¡Qué bonita
liturgia para acoger a María Jesús!
Al día siguiente, domingo 14 de mayo, fuimos de nuevo por la mañana a visitarlos y ver
cómo habían pasado esa noche. Seguía en la misma situación, así que acompañamos a
la familia, estaban destrozados. Al cabo de un rato nos marchamos, esperando
cualquier noticia. Por la noche, llamamos preocupados y ya nos dijeron que estaban
esperando el momento.
Y así fue, al poco tiempo nos llamaron para decirnos que ya María Jesús había partido
con el Señor. Nos pusimos en camino y bajamos a Santa Cruz para estar junto a la
familia y acompañarlos en su dolor. Estando allí con ellos, llegaron dos chicos. Venían
de la funeraria para hacer las gestiones de traslado y demás. ¡Cuál fue mi sorpresa!
que la funeraria se llamaba La Soledad. Me llamó mucho la atención pues
recientemente le estaba dando mi experiencia de resurrección de mi madre, Soledad.
Le conté a Verónica dicha sorpresa y por qué me había llamado tanto la atención,
además, todos los que conocían a mi madre la llamaban Solita. Verónica, con cara de
sorpresa, me dice que a su madre también la llamaban Solita, sin tener nada que ver
con su nombre. Es detalle del nombre fue, también, para mí un regalo porque lo cogí
como una señal de que mi madre sigue presente en mi vida y le daba la bienvenida a
María Jesús en la morada del Señor.
El 16 de mayo se marcharon todos para Gran Canaria. Ya allí reanudaban su vida con
otra situación nueva, aprendiendo a vivir sin la presencia física de su madre e ir
superando el día a día.
El día 22 de mayo, mientras estaba en el hospiten del puerto (clínica concertada del
mismo grupo en la que estaba María Jesús aunque distinta localidad) recibo una
llamada de Verónica, preguntado cómo estábamos y para contarnos una experiencia
que había tenido en la familia. Tras una semana y media desde la partida de su madre
con el Señor, me cuenta que el día anterior se había reunido con toda la familia para
comer juntos, no era nada planeado sino que partió de cada uno reunirse todos con su
padre. Los hermanos no tenían buena relación ente ellos desde hacía algún tiempo.
Estando su madre en vida, llevaba tiempo pidiéndoles que se reconciliaran, pero nunca
se llevó a cabo. Pero ahora se consiguió estando María Jesús en la presencia del Señor.
Se hizo realidad el deseo y la ilusión de su madre. Verónica me comenta: “¡Qué regalo
tan bonito!”. Pues sí, ahora María Jesús es su Ángel de la Guarda, que vela por su
familia.
Cuando ya había redactado esta experiencia de la presencia del señor en la última
etapa de la enfermedad de María Jesús, se lo comunico a Verónica. Ella, sorprendida,
me da las gracias pues su madre siempre le había dicho que el día que muriera, le
gustaría que escribieran su vida. Así que tanto para ella, como para mí, esta
experiencia ha sido un detalle de Nuestro Ángel: María Jesús.
El cielo ganó un ángel
El 14 de mayo a las 23:20 horas del 2017, distes tu último suspiro. Te fuiste con la mejor de
tus sonrisas, rodeada de tus seres queridos y dejándonos una lección de vida: «Luchar
constantemente y no rendirse jamás eres y serás el mejor ejemplo a seguir”.
No hay manera de reemplazar un amor tan grande y maravilloso como el tuyo. Tus abrazos
llenos de ternura, calor y tus miradas de cariño y comprensión. Donde encontrábamos el
consuelo. Eran el mejor regalo que la vida nos daba cada día.
Mujer íntegra, de mucha fe y de gran fortaleza, sencilla, humilde y de fácil palabra. Con una
sonrisa eterna. Fuiste una guerrera empedernida, transparente, buena persona, respetuosa,
solidaria y cariñosa, que acogía a todos los que se acercaban. Fuiste un libro abierto, que allá
donde ibas te parabas a charlar, ¡cómo disfrutaba hablando con los demás y dándoles lo mejor
de ti!
Como abuela eras la mujer más dulce, cariñosa y protectora. Té gustaba sentarte a ver a tus
nietos jugar, chillar y armando escándalos. Disfrutabas besándolos y abrazándolos.
Con tus hijos siempre adivinabas lo que pasaba, encontramos el consuelo, el sosiego, la paz y
tranquilidad que nuestro corazón buscaba. Nos sentimos orgullosos de ser parte de ti, de
darnos los valores que nos enseñaste junto a papá. ¡Qué afortunados hemos sido!, de tener
a una madre tan especial.
Con tu marido, compartiste toda una vida plena, llena de amor. Viviste momentos
inolvidables. Disfrutaste de tus hijos, hijas, nietos, nietas, tus excursiones, romerías,
tenderete…
A tu marido le dejas el mejor legado…TU FAMILIA, con la única misión de cuidarla mimarla
y unirla como ella lo hacía.
Con el resto de la familia, amigos, grupo de catequesis, vecinos, fuiste muy solidaria, amiga,
compañera, hermana, con la que te regocijaba y compartías tus vivencias.
Mamá GRACIAS por tener el don de palabra, de hacernos reír, de ser tan positiva y de estar
siempre cuando lo necesitamos.
Te vamos a extrañar eternamente, nunca olvidaremos que como bien decías: “Tengan ánimo,
que Hay María pa´rato “guíanos y acompáñanos en nuestro camino.
El cielo ha ganado un ángel. Te vamos a querer toda la vida, mamá, abuela, suegra, y esposa.
Verónica Santana López
24-05-2017.